Solo 48 kilómetros la separan de la capital, Salamanca, pero no existe distancia para el reconocimiento, más allá de sus fronteras por la entrega y dedicación de sus habitantes al arte de la elaboración del jamón ibérico.
El nombre primitivo de la villa, fue Hijuelo y parece una desviación lógica, quizá influida por la proximidad de la localidad de Guijo de Ávila, el llegar al actual Guijuelo. Aunque bien pudo tratarse de la "corrupción natural" del lenguaje, a la que se refieren los lingüistas la que provocó la evolución del topónimo.
Ubicación
La villa está enmarcada en lo alto de la meseta, limitando al este, de forma natural, con el río Tormes y al oeste el Monte de Tonda. El sur lo ponen Béjar y su sierra, así como la de Gredos.
La localidad está levantada sobre tres colinas en forma de herradura: La del Torreón que tiene una elevación de 1.035 metros, el Lomo cuya altura es de 1.037 metros y el Teso de las Reses, con 1.015 metros. El Arroyo del Valle es su desagüe natural por el Norte; por el Sur, el arroyo de fuente Linar, que se une al de la Piñuela, formando el de la Muía, vierten al igual que el del Valle sus aguas en el Tormes.
El paisaje poco hace presagiar la frondosidad de las sierras a las que precede, estando caracterizado por bastos pastizales, que proporcionan una gran variedad de ambientes tonales, dependiendo de la estación del año en la que nos encontremos, salpicados por los robles y encinas que completan el paisaje de la campiña.
El entorno carente de relieves provoca la existencia relativamente regular de vientos racheados, que sí bien puede llegar a resultar molesto, es básico para la industria chacinera, cuando el viento puebla los sótanos y secaderos naturales para permitir el cómodo respiro a los jamones, dotándoles de de una de sus singularidades endémicas reflejadas en el bouquet especial que los caracteriza.
Indudablemente una de las insignias de Guijuelo es su consabido Torreón. Se trata del ábside de una iglesia ojival, que podría ubicarse cronológicamente en la primera mitad del siglo XV. La construcción del templo se realizó por orden de la Infanta Doña Catalina, hermana de Juan II, señora de Salvatierra en 1425. La erosión y el paso del tiempo han reducido a un vestigio granítico el mencionado ábside conocido como el torreón. El escudo del pueblo, cuenta con un pequeño apartado para este símbolo guijuelense.
La singularidad de la iglesia de la villa es que se trata de la tercera que se construye en le mismo lugar, desde que en 1575 se construyera la primera. En 1620, el mayordomo del templo, Domingo Muñoz, firmó un nuevo contrato con un cantero de la Garganta para levantar otra en el mismo lugar. La iglesia vieja existió hasta 1953, año en la que fue derribada para construir la actual Iglesia Nueva.
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